Puertas afuera del astillero, parece que está siempre inmóvil, pero nada más lejos de la realidad. La impresionante grúa pórtico de Navantia Fene -75 metros de altura hasta su viga superior, con la que llega a alcanzar los 90- opera casi a diario, moviendo las distintas partes que componen las jackets-estructuras que sirven para sustentar los aerogeneradores en alta mar- que se fabrican para el parque East Anglia One de Iberdrola y también los módulos para los barcos petroleros que la empresa ensambla en Puerto Real.
Diseñada por la empresa alemana PHB pero construida en el año 1971 en España por la compañía Maquinista Terrestre Marítima, tiene una capacidad para manipular hasta 800 toneladas de peso. Con una de sus patas fijas y la otra móvil y dos carros -uno con dos ganchos y otro con uno- puede adentrarse hasta el mar, ya que el astillero cuenta con dos caminos de rodadura de más de 500 metros, para facilitar las operaciones de carga de las enormes piezas en barcos o barcazas para su salida por la vía marítima.
Además de su envergadura -solo hay otras dos de similares características en España, propiedad también de Navantia en Puerto Real (Cádiz)-, la máquina se significa por su capacidad de volteado de los componentes que manipula, favoreciendo las soldaduras en horizontal. Pese a ser un gigante industrial, su operatividad está intacta. «Puede llegar a tener precisión milimétrica, lo que es muy importante para el ensamblado de los bloques», explica David Roca, jefe de mantenimiento de Navantia en la ría.
Pese a la aparente sencillez de la grúa -del tipo Goliath- está sometida a revisiones periódicas, con mantenimientos programados, para que su funcionamiento continúe siendo total. «La máquina es excepcional», incide David Roca, quien explica que en el año 2007 fue sometida a una reforma integral, con la incorporación de modernos sistemas de automatización y control. En sus tripas, en la sala de máquinas se encuentra instalado el sistema de control, diseñado específicamente por empresas de la comarca ferrolana, con un autómata del sello Siemens y que procesa miles de datos. «Al haber tan pocas grúas de este estilo en Europa, vienen personas de otros sitios que conocen otros sistemas y la verdad es que se quedan muy sorprendidos», explica este ingeniero industrial.
Hay que subir cuarenta escalones desde el suelo para acceder al pequeño ascensor que sirve de elevación en el interior de la estructura, en donde también se encuentra la cabina desde donde se dirige.
Una mujer, primera en pilotarla
David Roca recuerda que la primera persona en manejar la emblemática grúa fue una mujer, llegada desde Alemania, en donde se diseñó. Actualmente, destinados a esta gigantesca máquina se encuentran un operador gruista, un electricista de mantenimiento, un operario de apoyo en la sala de máquinas, dos profesionales que se ocupan del seguimiento de las patas y el encargado de la maniobra.
La pórtico de la antigua Astano, que en las etapas de las grandes construcciones navales llegó a mover un módulo de cámara de máquinas de hasta 800 toneladas de peso y con las piezas eólicas algunas de más de 700, cuenta con una estación meteorológica y sus propios sistemas de alarmas. «Cuando hay vientos que pasan de 45 kilómetros por hora, la paramos, la llevamos a su tope y la inmovilizamos», explica David Roca.
Salvo ocasiones puntuales, como en los años ochenta, al paso del ciclón Hortensia, que la sacó de su sitio, la máquina ha funcionado durante más de cuatro décadas sin incidencias. «Es un emblema. La máquina es excepcional pero también han tenido que ver todas las generaciones que han pasado por aquí desde que se montó hasta hoy. Es el legado de muchos profesionales y por eso hay un sentimiento de que se hicieron las cosas bien para que la grúa esté funcionando como lo hace. Es una referencia para todos en la comarca», subraya David Roca.